Los gases renovables, específicamente el biogás y el hidrógeno, juegan un papel crucial en la transición energética hacia un sistema más limpio y sostenible. El biogás, generado a partir de la descomposición anaeróbica de residuos orgánicos, no solo ofrece una fuente de energía renovable, sino que también contribuye a la gestión eficiente de residuos, reduciendo las emisiones de metano provenientes de vertederos y explotaciones agrícolas. Este proceso de valorización de residuos convierte problemas ambientales en oportunidades energéticas, promoviendo la economía circular.
Por otro lado, el hidrógeno verde, producido mediante la electrólisis del agua utilizando electricidad de fuentes renovables, representa una solución prometedora para descarbonizar sectores electrointensivos, como la industria pesada o el de transporte. Su capacidad para almacenar y transportar energía de manera eficiente lo convierte en un vector energético clave, capaz de equilibrar la oferta y demanda en sistemas energéticos con alta penetración de energías renovables intermitentes como la solar y la eólica.
La integración de estos gases renovables en la matriz energética global contribuye significativamente a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, facilitando el cumplimiento de los objetivos climáticos internacionales. Además, fomentan la independencia energética, al diversificar las fuentes de energía y disminuir la dependencia de combustibles fósiles importados. En conjunto, el biogás y el hidrógeno impulsan un modelo energético más sostenible, alineado con las necesidades de un futuro bajo en carbono y económicamente viable.